El bosque

Así pues, no dejemos que el arbusto nos impida ver más allá del bosque que rodea la idílica aldea que cierto sector privado se ha montado con los fondos obtenidos por aquellos de sus espíritus más emprendedores que, una vez conseguida su fortuna, no han sabido aceptar las pérdidas personales que el destino les ha infligido y no han dudado en recluirse en su moldeada aldea para, en virtud del poder de su propia razón, aplicar tácticas de terrorismo social para mantener la aldea en calma y unida ante el latente horror, esta vez controlado, que la rodea.
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