Te doy mis ojos

La línea argumental se erige como la curva de mejor aproximación al numeroso conjunto de factores que delimitan el tormentoso entorno del maltrato conyugal. Los dos protagonistas, terríblemente creíbles, encarnan la tipología humana de las personas atrapadas en el inmenso espacio de los sentimientos encontrados y apenas delimitados por la delgada línea emocional que separa el amor del terror.
 

La película busca llenar de aire el vacío que parece mediar en la nada lejana galaxia de los maltratos para conseguir que los gritos de quienes allí se encuentran atrapados puedan ser oídos al otro lado de la puerta que delimita y aísla el domicilio familiar.

Cine planteado como documento de una cuestión social en la que, desgraciadamente, la realidad supera la ficción. De visión recomendada.

Alien vs Predator

El combinado es suculento: una parte de saga Alien, una parte de saga Predator, una parte de 'Cube' (película de Vincenzo Natali, 1997), una dosis de aura 'Indiana Jones', un toque de 'Encuentros en la tercera fase', una pizca de 'Carrie', 101 minutos de duración, ambientación cuidada y un guiño al androide Bishop ('Aliens' y 'Alien 3') que aporta luz informativa sobre el interés que la corporación Weyland ha mantenido sobre los aliens durante toda su saga.
 

Alien ha mutado y para el espectador se ha convertido en un videojuego en donde tan sólo tiene la opción de apostar por el resultado final. Un mundo de posibilidades se abre de cara a la próxima entrega pero todo apunta a que se haya abierto una franquicia de 'comida rápida'.

El fuego de la venganza

En otra época del cine, hubiera sido un 'western'. Un pistolero en horas bajas llega al pueblo y encuentra cobijo bajo el ala de la familia que lo acoge en su rancho y le devuelve las ganas de vivir. Luego, el desgraciado incidente del rapto de la niña de sus ojos aviva el fuego de la venganza y el tiroteo está servido. Aquí los caballos son coches, los ranchos son mansiones, los pueblos son ciudades y suburbios, el saloon es una discoteca... El encanto épico del 'western' se ha convertido en el agobio expeditivo de la urbe moderna.
 

Planos aéreos en arco para ubicar la acción, movimientos de cámara con parada de imagen para recordarnos que es una ficción, planificación corta y estilo de videoclip.

Un caramelo de violencia urbanita, justificado desde el guión y adornado desde la cámara.

Resident evil 2: Apocalipsis

Se trata de una situación próxima al apocalipsis con zombies, vivos que al morir reviven si han sido mordidos por otro zombi, apareciendo en los lugares y momentos más insospechados; es decir, cada 5 minutos para que el ritmo no decaiga. Todo a causa de un experimento de una corporación que se ha ido de madre; el experimento, no la corporación.
 

Es un videojuego, con tiros a diestro y siniestro, orientado a ir eliminando zombies, humanos y animales, conforme van apareciendo. Parece fácil, sólo hay que mirar la pantalla; pero todo es muy oscuro y, con tanto frenesí de planos, no es fácil aclararse. No obstante, es mejor no pensar demasiado. Está claro que los buenos, aunque tengan bajas, disparan muy bien y, como si hubieran leído el guión previamente, saben a quien matar y a quien no.

Crimen ferpecto

Alex de la Iglesia disfruta haciendo cine para que el público disfrute viendo cine. Sus películas son comics en cinemascope en donde todo es posible si contribuye a la diversión general. No son historias de la Marvel, son viñetas de Francisco Ibañez o de Escobar.
 

El título, Crimen ferpecto, es un avance de lo que acontecerá una vez iniciada la proyección, un tebeo de cine negro con ramalazos de humor macabro que acaba dejando un sabor agridulce pues los personajes sobreviven a base de ir pasados de rosca.

La película despega como un cohete poniendo al espectador rápidamente en órbita. Sin embargo, hacia la mitad, el empuje de los motores desaparece y la acción queda girando para, finalmente, remontar ligeramente cuando se pone en marcha el plan para el crimen perfecto.

Café y cigarrillos

11 cortos, con el común denominador de personajes en torno a café y cigarrillos en situaciones propias de Jim Jarmush. Fumarse un cigarrillo o tomarse un café son, en conjunto o independientemente, placeres del cuerpo en sí mismos. Son momentos de respiro en los que la mente se evade en un intento, no siempre conseguido, de obtener una bocanada de tranquilidad.
 

Blanco y negro. Blanco el cigarrillo, por el papel que lo envuelve y por humo que se eleva hasta desaparecer. Negro el café, porque sino no sería café. Historias filmadas en blanco y negro en las que gente, blanca y negra, hablan o simplemente están, mientras toman café y fuman. Sencillo pero muy sugerente, muy bien ambientado y muy placentero.