miércoles, febrero 23, 2005

La casa de las dagas voladoras

Con el objetivo de capturar al misterioso líder del grupo rebelde denominado 'la casa de las dagas voladoras', dos capitanes discurren un plan que dará lugar a una enconada persecución durante la cual se establecerá un triángulo amoroso que desatará las pasiones de sus vértices en medio de un embolado de fingimientos, traiciones y giros inesperados en el que nadie es quien aparenta ser, dando lugar a una historia tan romántica como una fotonovela rosa y tan épica como un tebeo de héroes con espadones, en la que se alternan poesía y violencia en constante armonía con la belleza de las imágenes y en un contínuo desafío a la fuerzas de la naturaleza --gravedad, resistencia física y clima-- pero que acaba resintiéndose de un guión que evidencia una marcada orientación comercial.

sábado, febrero 19, 2005

Closer

Dos parejas en constante guerra emocional que se utilizan unos a otros mientras buscan sin encontrar el paraíso sentimental, deviniendo un reiterado intercambio de pareja y haciendo partícipe al espectador de la catarsis liberadora de unos diálogos plagados de referencias sexuales que suplen la ausencia de escenas ilustrativas. Unos personajes emotivamente inestables, neuróticos y que disfrutan estando en el fango.
 

El veterano Nichols emplea elipsis temporales que confieren elegancia narrativa, y sugieren que el tiempo no significa nada en absoluto en las relaciones de pareja, los cuatro actores defienden su papel con buenas artes pero la trama no consigue generar la necesaria empatía entre personajes y espectadores (al menos en mi entorno) resultando un balance negativo.

martes, febrero 15, 2005

Million dollar baby

'Million Dollar Baby' no es una película de boxeo pero utiliza el boxeo como metáfora para disertar sobre el combate que, consciente o inconscientemente, mantenemos contra la soledad.
 

Al igual que un boxeador durante un combate, la película mantiene la guardia en alto mientras va soltando golpes con una mano para, una vez ganada nuestra confianza, dejar ir con la mano perezosa un golpe demoledor que le tumba a uno en la moqueta de la sala y cuando se recobra la consciencia, el cuadrilátero que había en pantalla se ha convertido en una habitación de la que parece imposible salir y que, ¡oh! magia del cine, nos hace sentir como si estuviéramos mar adentro.

Eastwood ha vuelto a confirmar que cada película suya es un valor seguro.